martes, 12 de abril de 2011

Madurez vacía.

Siempre quise creer que estabas junto a mi. Quizá, la misma ilusión, hacía que te viese en cada esquina.
A tu abrazo me abandoné, confiando que me cuidarías ¿quién si no... por la vida me guiaría?
De ángel de la guarda e mi hijo ejercerías.
Inocencia y rebeldía. Peligrosa juventud que a bocados comía porque la ignorancia de mi interior, yo no veía.
En mi corazón una herida y mi mente tranquila; porque sabía que Tu de mi hijo cuidarías.
Sentimientos recuperados en mi alma vacía.

Muchas veces me pregunto
¿fuiste feliz, algún día?
Tu muerte para ti en descanso eterno se convertiría.
Tu muerte para mi, en soledad se tornaría.
Me rebelo ante el hecho de que no fueras feliz, y en mi ignorancia me recreo, apartando los pensamientos que mi razón descubría. ¿De qué te sirvió ser buena, alegre y de mirada limpia? Si nadie nos dimos cuenta que en tu interior sufrías.

Vestidos negros.
Alma cristalina.
Vientre germinado.
Niña envejecida. Por el dolor, por la impotencia, por no encontrar la salida del mundo tenebroso en el que me encontraba sola y sombría.
Hasta ver la luz que la lejanía del dolor, en mi camino dejaría. Añoranza maternal, envuelta entre sedas yo no tenía y quería.Recuerdos recuperados en mi madurez, que en mi juventud de mi lado apartaría y ahora mis poemas a ti van dirigidos. A ti, MADRE MIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario