martes, 12 de abril de 2011

Pequeñas cosas de Maria Marzo 1991

A MI QUE AMO LA MAR- 1 de abril de 1991

A mí que amo la mar,
Esa mar que me dio
La dulzura de tu mirada
Reflejada en sus aguas
En el momento en que te encontré.

A mí que amo la mar
Esa mar que puso en mi boca
El sabor de tus labios.
Endulzando mi vida,
Sin pensar que algún día esa dulzura,
Se volvería amarga como la hiel,
Inapetente como la sal.

A mí que amo la mar,
Que me calma y me arropa,
en momentos de soledad,
que me hace hervir la sangre,
en momentos irrepetibles,
que me hace odiar el mundo,
en momentos de impotencia,
que me hace sentir viva en momentos de pasión.

A mí que amo la mar, me digo:
¡mójate en ella, acurrúcate en ella,
Déjate llevar por ella, tranquílizate con ella,
Quizás en ella encontraste el amor y en ella lo viviste,
Ella te separa de él,
Enorme, fuerte y compacta, pero en ella me sostengo para sostenerme a mi misma, al percibir en ella ese aroma querido y excitante a salitre que me recuerda la mar y me recuerda a El.


A TI QUE AMAS LA MAR 19 de Mayo 1991

A ti que amas la mar.
Donde el aroma de su brisa,
te trae el olor de la cueva profunda
y frondosa de la mujer a la que amaste.

A ti que amas la mar.
En la que se adivinan la forma de sus senos,
Cuando las olas se manifiestan quietamente.

A ti que amas la mar.
En la que se descubren sensaciones,
Como las que tu estar me daba,
En ella veo, en sus esponjas, tus labios carnosos,
Oigo en sus adentros sus gritos de amor,
Adivino es su fondo el color de tus ojos,
Siento en sus algas la ternura de tu piel.
noto en su tormenta la desazón que con sus enormes aguas me pierdo yo por perderte a ti.

A ti que amas la mar, te digo:
Ámala porque ella la ama
Siéntela porque ella la siente,
Bébela porque ella la bebe,
La mar, ella y tú,
Tú, ella y la mar,
Testigo silenciosa de vuestras miradas
Ayudada a llenarse con vuestras lágrimas,
Lágrimas saldas como la mar,
ella las trae y ella las lleva,
de continente en continente,
de playa en playa,
de cala en cala,
¡pero no serán las únicas!
Habrá más lágrimas de manos separadas,
Hoy, ayer, mañana.
Irán llenado la mar,
Endulzando el momento de las manos unidas que se reflejan en ella, por eso, por ellos, por ti me digo:

A ti que amas la mar.




De Ignacio para Mª José; año 1991, desde Brasil


A ti que amas el mar, ese mar que nos separa, que nos mira desde su inmensidad, que nos ha dado recuerdos felices, tan breves, tan intensos, tan lánguidos….
Ese mar que te acaricia, que me acaricia, que nos une. A ese mar contaré mis penas, mis deseos, mis recuerdos y él te traerá mi aroma, como a mi me llenará de tu fragancia, de tu cuerpo, de tu deseo.

En ése mar te mirarás y me verás, en el me buscaras y me hallarás, en el derramaras tus lágrimas y yo las beberé,
Porque él es el testigo silencioso de nuestro encuentro y de nuestro adiós y cuando él con sus cálidas aguas toque tus pies y ciña tu cintura y bese tus pechos, notarás en el mis propios brazos, mis propios labios y sabrás que en la distancia te tengo muy cerca de mi, mi querida, mi reposo, mi amiga.

Ya nunca será el mar, un extraño para ti, porque el también te ama a ti, a ti que amas la mar.








7 de Junio de 1991




Ansiedad que oprimes mi garganta, que llevas hasta mi respirar, el mar de lágrimas que llevo dentro.
Lágrimas empapadas de impotencia, amargas en su soledad, ansiosas por salir fuera de un cuerpo inerte, marcado en su eterno caminar, fuerte es la presa de sus sentimientos que las intenta ocultar, creyendo que es síntoma de fuerza ante los ojos de los demás, el no verlas deslizarse, por la fina piel, de un rostro más.

Juegan con mi corazón, mi fuerza, afloran hasta las pupilas para luego volverse a ocultar, vergonzosas y juguetonas, así vienen y van, sin dejar a un cuerpo libre de esa ansiedad.






Cuan limpia es la lealtad que se refleja en tus ojos transparentes y vivos. Lanzan su rayo hasta penetrar en mi corazón.
¡Tocado!
Me hacer daño, y te quiero, soy tu reflejo y me quieres, asimismo me rodeas de inquietudes.
Inquietudes en las que te ves.




7 de Junio de 1991

Trenes de la vida que se cruzan en un punto sin más, pasan rozándose sin apenas llegarse a mirar, así vamos los hombres por la vida en este duro caminar, creyéndose llenos de todos y moviendo su corazón en soledad, que se esfuerzan por dejar salir los sentimientos sin llegarlo a lograr.
¡Calla, no digas mas!, no quiero que nadie te oiga, sigue callado sin más, bombea las lágrimas hacia dentro, no las quiero dejar ver, aunque sienta que me ahogue en mi propio mar, no quiero que nadie piense que nada puedo soportar, todo lo llevo dentro, encuadrado. Para poder continuar sobreviviendo en esta llanura de trocos secos, sin salvia y sin nadie que los pueda abonar de cariño y ternura para que puedan germinar, limpias lágrimas claras y dulces y no amargas como la sal, lágrimas de fuerte alegría que no hay que porqué ocultar, así puedes aflojar la presa y dejarlas hasta mis ojos asomar y reflejen sonrisas en la vida de los demás.


PEQUEÑA FLOR DE CAMPO - 7 de Junio de 1991


Pequeña flor de campo, sois chiquita pero persistente por continuar llenando de color a esta tierra seca y agrietada, dándole belleza y aroma.
Frágiles pero unidas, sois capaces de embellecer esa habitación humilde.
Os arrancan de vuestra tierra y no os quejáis, los humanos no pensamos que también vosotras tenéis sentimientos y dolor, somos egoístas, lo sé, pero no tenemos fuerzas para simplemente ir al campo a admiraros, os queremos cerca, en nuestra casa, sin pensar donde vosotras queréis estar. ¿Podréis perdonarnos algún día?

Pequeña flor de campo.




7 de junio de 1991


Rayos de algodón emanaban del sol, mientras los ocultaban las nubes caprichosas, parecían tus largos brazos queriendo tocar la suavidad perfumada de la primavera.




18 de Junio de 1991

Presiento tu corazón en el ambiente, tu áurea es latente en el aire…
Pienso en ti y no tengo palabras para describirte, todo se concentra en tu interior, algo tan usual en los poemas, comparar los sentimientos con el aire, el mar, el sol, las nubes, aquella gaviota blanca, la pequeña flor que pasa inadvertida a los ojos de los demás, la mirada de la niña harapienta, de ojos triste, cabellos de oro, con su cara sucia de mirada limpia.
Ya no queda nada por describir, nada nuevo por comparar, los sentimientos siguen siendo los mismos, aunque el mundo se empeñe, se esfuerce por disfrazarlos, el sol es el sol, el mar es el mar, y sobre todo el amor es amor.
Deseos irrefrenables de amar y de ser amada, de sentir una mano unida, una mirada cómplice de ternura, cuando se ha conocido la felicidad ya no se puede vivir sin ella, se busca, se necesita con afán, se necesita como el aire para seguir sobreviviendo. Inhalar el humo de un cigarrillo en la paz del dormitorio, junto a la persona que amas, ¡soy consciente! Estoy pidiendo a gritos que se me ame, que se me quiera, que pueda amar, querer, desear, a un hombre, relajarme en su pecho, apoyarme en su ternura, soñar entre sus brazos. Noto mi cama enorme, grande, fría, vana… estuvo llena, llena de amor, pasión incomprensión, llanto, pero la siento vacía, yo estoy vacía, y no puedo soñar en ella.
No echo de menos al hombre con el cual, la compartí, ni a ninguno de los que pasaron por ella sin pena ni gloria, echo de menos esa imagen sin rostro, de gran sonrisa, ojos tiernos, fuertes y grandes brazos para que me rodeen y me abracen fuertemente, solo que me abracen limpiamente, solo que me aprisionen en mi libertad.




28 de Junio de 1991,
de Marisa para Mª José

Nubes envolventes, frío despertar,
Mar atrapado, ¡Mª José, Mª José,…
¿A quien llamas? ¿A quien necesitas?
Tú que no sabes lo profundo de ti
Que derramas lágrimas en el silencio,
entre cuatro paredes te ahogas,
¡Sales!... y envuelta en una inmensa nube,
buscas un rayo de sol.

¡Hay tanto dentro de ti!
Niña… mujer… amiga…
¡Madre!
Hay tanto dentro de ti,
que es tan difícil darte en su justa medida.
¿Amor necesitas? ¿Cariño?
Dejarte acariciar por la brisa del mar.
Siente el calor del sol,
Vive el momento, respira cualquier sensación
¡Disfruta tu libertad!
Juega con tu espontaneidad,
¡No te culpes por ello!
¿Puede haber algo más limpio?
¿Puede haber más verdad?

¡Ay! Mª José, Mª José……






MIRADA HUERFANA 25 de Julio de 1991

Veo en el brillo de tus ojos la tristeza.
A la fuerza te han arrancado parte de ti.
Sientes tus manos atadas ante el destino.
La impotencia se agolpa en tu garganta.
Aire irrespirable se acumula en tus pulmones,
la vida cotidiana te incita a seguir,
aun queda parte de ti aquí,
luchas por mantenerla unida y fuerte.
Corazones llorando imploran tu presencia activa,
Necesitan sentir tus manos fuertes, a ellos también les han arrancado ese trozo de corazón.

Ella lo llevó nueve meses en sus adentros.
Tú lo has visto crecer. Has visto el andar de su fatal destino y juntos lloráis amargamente su adiós involuntario.
¡Cuánto duele enterrar a un hijo!
¡Impotencia ante tan corta vida!
¡Cuantos pasos por andar!
¡Cuantas alegrías por entregar!
¡Cuantos momentos de felicidad por vivir!
Y sin embargo ahora…
¡Cuanta amargura queda en vuestros cuerpos destrozados y magullados por el dolor ¡
¡Cuantas preguntas en vuestros labios sin respuesta!
Mirada al cielo.
Silencio tenebroso.
Dolor de padres.


Nota: a unos padres que encontré en el camino. Perdieron a su hijo de 18 años en un accidente de moto.



Para Ignacio, mi amigo - 10 de agosto de 1991
Siento que te has alejado de mí, apartándote cada vez más.
Naufragamos en nuestra devoción.
Vivir es triste sin amor.Vivir es triste con dolor.
Nos teníamos, y te he perdido; te deje marchar sin apenas luchar.
Ahogándome una vez más.
Puse demasiado fuerte mi corazón.
Llegando a ser destructiva.
Siento que te vas y no hago nada por evitarlo.
El cielo llora tu partida, mis ojos no tienen fuerzas para hacerlo.
Ni siquiera sé si volveré a verte, al final sin quererlo nos hicimos daño. Esa conexión entre los dos, la quise hacer desaparecer.
Me vuelvo a sentir sola y quiero estar así.
Mis lágrimas se resisten a salir, me atormentan. Se lo grande que puede ser el amor y le temo, no quiero sufrir mas, es más cómodo no querer sentirlo, no me entiendes, lo sé, se que te esfuerzas por ello, pero no puedes hacerlo, porque yo nuevamente no me dejo, sigo queriendo aquel hombre que un día partió, su recuerdo sigue vivo en mi, pero eso no debes saberlo.
Vete y ódiame, olvídame, parte sin mi recuerdo, deja todo lo que concierne a mi aquí, déjame sola conmigo misma, así lo quiero yo, si, ya se soy una cobarde, ya no veo el mar, ya no siento su aroma, ya no te tengo a ti.













23 DE AGOSTO


Te sueño todos los días.
Te presiento cerca y te noto lejos.
¡Casi consigo alcanzarte con las yemas de mis dedos deseosos.
Me sonríes y me llamas.
No consigo encontrar el camino hacia ti.
Me lanzas tu mano en señal de ayuda, siento tu fragancia esencial, pero no logro adivinar la forma de atraparla.

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Gritas que te pierdes en la inmensidad del mar.
No existen oídos en los penetren tus palabras.
Suavemente se mecen rozando las pequeñas olas con la esperanza de que algún naufrago llegue a recogerlas y vaya en tu busca, en busca de esa garganta que lanzo ese grito desesperado.


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Verde esmeralda es el color de tus ojos, transparentes y brillantes, llenos de ilusión y esperanza.
Como el nácar son tus perfilados dientes, destellantes como los rayos del sol.
Fina piel, largos brazos, perfecto cuerpo, senos firmes, prietos, sonrosados. Ideal, sublime, encantador, pero… ¿y tu corazón?




NO ME SONRIAS

Veo tu rostro dibujado en el fondo del mar, quiero tocarlo con mis manos. Aparto el agua. No llego, está demasiado profundo.
¡No me sonrías!
¡No me incites a hundirme en el mar!
Sal a mi encuentro. Aquí, entre la arena caliente te espero, entre las rocas cubiertas de musgo, al abrigo del sol.
Ven, te espero, no tardes, la noche no tardará en llegar y con ella el frío, helando mi larga espera. Coge mi mano y sal de tu refugio.
Vayamos juntos a pasear, sintamos en nuestros rostros la brisa de la mañana. Doremos nuestra piel acariciada por el sol. Oigamos las risas de los niños, sintamos las historias de nuestros mayores, caminemos por los senderos unidos simplemente… por nuestros destinos.



Me haces daño.

Te busco y te resistes a acercarte a mí, a quedarte a mi lado.
Te llamo, y mis llamadas no escuchas.
Siento en mi, sensibilidad.
Quiero ver claridad y él no me la da.
Las notas van emergiendo en mi corazón. Siento el ritmo en mí, notas perdiéndose en el aire, que no llegan a ningún oído humano, sensible, lo suficiente para llenarle.
Quiero que mi corazón baile baladas, ritmos sensuales, ardientes.


Líneas paralelas y curvadas por los sin sabores de la vida. Sin llegar a tocarse, sin conocerse, pero una al lado de la otra.
Buscándose en los alrededores del verano, sabiendo a ciencia cierta que al final os llegareis a unir. En una época, os llegasteis a rozar, pero os volvisteis a separar, ahora por fin os habéis unido, las dos en una. Las dos recorriendo el mismo sendero, el mismo final. Pero esta vez rectas, erguidas, unidas en una misma razón.
El calor del sol os envuelven en su brillantez, protegiéndoos de lo inerte. Hay brillo y esplendor en vuestras sonrisas.
Las miradas destellantes sosegadas, tranquilas, pero fuertemente iluminadas.
En vuestros corazones no hay lugar para las dudas, esos rayos de sol que os envuelven protegiéndoos, no dejan pasar las cosas banales y eso hace que se acreciente la fuerza pura de vuestro amor.
Sois líneas finas pero fuertes, con una sola dirección final, el respeto mutuo y la unión.
El calor de los rayos hace desvanecer las curvas de vuestra andadura, haciéndola consistente, volviéndolas al punto de partida, volviendo a creer en aquellos primeros días de vuestra unión.







Querido mar:

Hace tiempo que no te visito, casi me había olvidado de ti. ¿Pero que digo?
Imposible, imposible olvidar tu color, tu aroma, tu frescura, tu potencia sobre mi.
Solo es que no tengo con quien compartirte y cuando se te visita en soledad tu dulzura pesa demasiado, tu aroma ahoga, tu color ciega mis ojos al reflejarse mi rostro solitario y pálido.
Los ojos que me acompañaban para admirarte, están lejos, aunque no ceso de sentirlos cerca, latentes, pero inmensamente inalcanzables.
Idealizados, envueltos en nubes rosas y esponjosas e intensamente atrayentes, aunque con posibilidad de tornarse tormentosa.
Suena la música, penetra por mis venas.
Mi sangre se torna como notas musicales, se produce el hormigueo de la danza, de los movimientos corporales al son del ritmo.


¿SABES?

¿Sabes…? De nuevo vuelvo a sentir en mi garganta ese nudo de soledad.
De nuevo afloran hasta mis ojos las lágrimas amargas.
De nuevo la mueca en mi rostro,
De nuevo el vacío para compartir.
De nuevo el sentimiento de sobrevivir, como un granito de arena de la inmensa playa del mundo.
El abandono, la rutina, el sin sentido, el sin sabor, miradas sin un punto de mira.
Mirando el infinito sin llegar a el.
Cascadas de colores salen de mi corazón, apagándose poco a poco ante mis ojos. Risas ocultan el dolor de la soledad, ¿hasta cuando?
Ven conmigo a mi mundo, quiero seguir tu camino, quiero danzar junto a ti.
¿Dónde estas?
¿Por qué no vienes a mí?
Necesito amar el mar junto a ti.
Palabras que no oyes, sé que estás ahí.
No se vivir sin amar.
No se vivir en soledad.


TE QUISE TANTO…

Que no entiendo a donde se fue nuestro amor.
¿Qué paso?
Queda nuestro hijo, testigo deseado de nuestra verdad.
Historia turbulenta, llena de pasión.
De palabras sin sonido, de días de acariciar el sol con las yemas de los dedos para luego envolvernos en la más triste oscuridad.
Sentimientos que se van quedado atrás. Olvidados, marchitados, enterrándose con los partículas de las vivencias del día a día.
Ni nuestro hijo pudo unirnos.
Tu camino se ha distanciado cada vez más del mío, pero el eco de aquellos sentimientos siguen resonando por mi cuerpo, alterando mi sangre, quebrando algunos días de mi mundo fuera de ti.
¿Te sigo queriendo?
¿Me quisiste algún día?
Nunca podré volver a saberlo.

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He notado, paloma, como has ido alejándote de mi vida, día a día, todo lo que nos unía se ha elevado con tu vuelo.
Sentí vacío al verte emprender tu partida, pero una nueva isla ha salido a flote en mi corazón, donde quizás algún día, vuelva a posarse otra paloma sedienta, a la que yo pueda ofrecer el agua de mi vida.

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No es suficiente un nuevo ser para unir a dos corazones rotos por la desilusión.
Un nuevo ser que nació del amor entre dos, amor que se ha vuelto marea brava, que intenta calmar esa pequeña isla que floreció al centro de los dos.

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AMIGO MIO…

Mi cadena se quedó vacía,
Nuestra cinta y su anillo quedan ahí.
Pienso en ti y sonrío.
Sueño con tu mirada limpia.
Te doy gracias por haberte cruzado en mi camino.
Por hurgar en mis entrañas
Por hacer florecer en ellas lo mas puro de mi.
Mío es el trabajo de pulirlo.
Sabiendo que eres la mano que me guía
Como en la que se coge quien no ve.
Mi andadura se vuelve intensa,
Fuerte y segura.

Gracias amigo mío, la luz de tus ojos me guía por las tinieblas de mi vida, en busca de un rayo de sabiduría.
Gracias amigo mío, por poner notas de música en mis venas y hacérmelas oír con el tacto del aire.

Gracias amigo mío, por hacerme sentir amor por la más pequeña flor del monte y oler su aroma sin tenerlo.

Gracias amigo mío, simplemente por estar.



Siento que la impotencia me ahoga.
Palabras que suenan vacías, palabras que intentan penetrar en mi corazón y no pueden, mas yo quisiera que entrasen hasta lo mas hondo y la impotencia ante este hecho me ahoga, quiero desearte y no lo siento así, me duele ver tu rostro desencajado ante mi, pidiéndome en tu mirada,
¡Por favor ámame!
Me haces daño, me hace daño tu presencia.
Me dañan tus palabras.
Me dañan tus caricias deseosas.
Me dañan tus sentimientos porque no puedo compartirlos.
No puedo devolvértelos en su justa medida.


Aspiro tu aroma en el aire.
Noto tu presencia, aun sin verte.
Manos heladas me devuelven a la realidad.
¡Huyo! No quiero sentirlas.
¡Me encuentro tan bien flotando!
Sonrío ante tu recuerdo.
Llevándote oculto en mi pensamiento.
¡Sumergido! No quiero que salgas a la luz.
Podría no gustarme tu rostro,
Podría cambiar tu aroma.
Podría morir tu recuerdo
Y dejar de sentir tu presencia.
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Siempre empiezo con la misma frase: “Me apetece escribir y no se por donde empezar”.

Siento dolor en el corazón, dolor y felicidad, una enorme y tranquila felicidad, además de dolorosa, siento florecer esas lágrimas que quiero contener y a las que tanto temo, pues no sabría describir.
Siento que voy a echar a volar, correr, saltar…, quiero, quiero, quiero…, pero no se si lo podré parar, frenar unos sentimientos que se me empiezan a desbordar desde lo mas profundo de mis entrañas.
Quiero pararlos y no puedo, siento fuego en mi cuerpo, en mi mirada, en mis gestos, en la forma de sentarme, de bailar, de hablar, un fuego pausado y lento que no quema, solo me hace sentir bien, viva, agradablemente ardiente, pero se que ese fuego llegará a dejar huella, ya no en mi piel, pero si en el trayecto de mi vida.
Corta o larga, tranquila o intempestuosa, la calma que me producirá recordar estos momentos llenos de sensualidad y ternura en la mirada que hace que florezca esa sonrisa en mis labios callados.
Llenos de palabras que no encuentran, solo se conectan con el pensamiento e intentan describir momentos que no tienen palabras para describir, pero tienen un gran significado, aquella tranquilidad con que admiraba aquel anochecer desde el punto de mira en el que me encontraba, totalmente inmersa en el mundanal ruido de la ciudad; ese día paseando, hablando de la luz especial que tiene nuestra ciudad a la que estoy aprendiendo amar, que TU me has enseñado amar, a ver en ella algo más que gente, edificios y avenidas, fiesta de noche y estrés.
Quiero dejar plasmado en un simple dibujo todo lo que hay e mi y en mi vida actualmente, los colores que utilizaría son el azul por el cielo y mar que hemos saboreado, el rosa por la pureza de todos tus sentimientos y el blanco por la luminosidad de tu mirada, por la frescura que hay en ti y un poquito, solo un poquito de negro por ese vacío físico que vas a dejar en mi, envolverlo todo junto, en un manto transparente, para que todo el mundo lo pudiese ya no ver, sino sentir; sentir muy profundamente tal y como yo lo siento, tiemblo al imaginar el día de tu partida, pero estoy tranquila porque hemos sido sinceros, aunque no se hasta que punto podemos separa los sentimientos que sentimos, cosa que creo que es inútil ya, se han unido como las conchas que guardan celosamente la perla de nuestros cuerpos y corazones puros y hambrientos del más sincero amor, vamos hombro con hombro unidos por todo lo que sentimos, en busca de algo grande que está muy por encima de cualquier humano, de cualquier superficialidad, envolvemos ese amor con imágenes, colores, viento y canciones con las nos identificamos, poco a poco voy palpando que mi corazón va engrandeciéndose, enrojeciendo con ese fuego de llamas rojas y azules que cuando se consuman en medio de las cenizas aun calientes, resurgirá esa ostra, guardando ese tesoro que es la perla blanca y transparente en que estarán grabados nuestros nombres y nuestros corazones, dos enormes corazones puros y limpios pero rojos como el fuego y la sangre de la vida que camina por nuestras venas.

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